En la recientemente clausurada "Festa da lectura, do libro e da palabra" que se celebró en nuestra ciudad durante los días 6 a 10 del presente mes, destacó, junto a una variada oferta de conciertos, presentaciones de libros y otras actividades, la exposición dedicada al escritor Juan Farias con el subtítulo de "un mar de palabras".
He de reconocer que, tras su detenida observación, me asaltaron dos sentimientos contrapuestos. Por un lado, satisfacción por el hecho de que, gracias a esta iniciativa y otras como la del CEIP de Pazos de ponerle su nombre a su Biblioteca, parece que, por fin, por aquí vamos reconociendo el mérito de uno de los nuestros y el Concello da algunos pasos. Me encantó comprobar que la carpa del cantón estaba llena de chavales por lo que, a Juan Farias que les dedicó tanto tiempo y atención, le gustaría comprobar que le acompañaban. En el platillo de las cosas positivas también pondría la más que notable publicación del catálogo. Pero, por otro lado, confieso que me sentí un poco timada. La exposición era en muchos aspectos un calco de la que, procedente del Ayuntamiento de Villaviciosa de Odón, se le dedicó al mismo autor en el Centro Cultural Carballo Calero el curso pasado. Sí, es cierto, los paneles eran todos nuevos, traducidos al gallego, pero los textos eran casi los mismos, los cuadros de las ilustraciones de sus obras (esta vez meras fotografías) las mismas. Eso sí. Nos quedaba muy claro las obras del autor en gallego y lo que opinaban de él otros grandes autores gallegos de literatura juvenil de la talla de Fina Casalderrrey o Agustín Fernández Paz, entre otros. No vi detrás de la exposición una voluntad de innovación o de investigación en muchos aspectos de la obra del autor de Serantes, tan interesantes. Y lo que ya me pareció muy feo es que, si bien se citaba la fuente común de ambas exposiciones, los documentos de la Fundación Germán Sánchez Ruipérez, ni siquiera se citara la exposición precedente del ayuntamiento de la localidad madrileña, de donde es vecino, desde hace tantos años, nuestro autor. Es decir, nos muestran los de fuera lo que de aquí es valioso, pero no les agradecemos el detalle. Ah ¿y por cierto? Me queda la duda. ¿En qué idioma ha escrito el autor sus obras?
Pero, en fin, sin ánimo de polemizar, bienvenido sea el reconocimiento de su ciudad natal a un autor que nunca ha olvidado su tierra, que nos ha legado una de las obras mas coherentes del panorama actual y que profundiza en el nunca sencillo mundo de la infancia.